Si habitualmente tratas personas con heridas, seguro que te has encontrado con esta situación clínica en muchas ocasiones: la herida está evolucionando , se está reduciendo en extensión y profundidad, pero te encuentras con estos bordes:
Probablemente en algún momento los hayas confundido con suciedad y los hayas frotado y lavado… Pues todo lo contrario, no son suciedad y son costras que pueden ser muy útiles. Vamos a entender por qué.
En una herida que está progresando adecuadamente, se está produciendo la epitelización desde los bordes de la herida. Como en el proceso de cicatrización fisiológico en heridas agudas, la reepitelización está acompañada de la formación de una costra con diferentes proteínas, restos de exudado y células, especialmente corneocitos, que van a proteger esa epidermis neoformada hasta alcanzar una función barrera madura.
Por tanto, en mi práctica clínica no realizo ningún tipo de lavado ni de retirada de esas costras adheridas en las heridas que están teniendo una buena evolución, con el objetivo de modificar lo mínimo posible el microambiente fisiológico del proceso de cicatrización:)
Para promover el mantenimiento y protección de esa nueva costra, y evitar su maceración en heridas exudativas, aplico sobre ella en cada cura (que estará espaciada al máximo), productos barrera con óxido de zinc. (Ver post: ¿Por qué utilizamos zinc tópico en las heridas y en la piel perilesional?)
Es necesaria la realización de estudios para entender mejor la estructura dinámica de las costras y romper falsos mitos. Al buscar trabajos sobre este tema, lo poco publicado es muy antiguo… Es curioso que las «tan frecuentes costras sean tan desconocidas»