Úlcera de pierna y onicodistrofia

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Seguro que más de una vez te habrás preguntado por qué tienen un aspecto “feo” las uñas de los pies de las personas con úlceras venosas o arteriales. Vamos a entender a qué se debe esto;)

El compromiso microvascular por insuficiencia venosa crónica o arteriopatía periférica implica una peor irrigación del pliegue proximal, la matriz y lecho de las uñas, con la consiguiente aparición de alteraciones ungueales, denominadas onicodistrofia.1 Entre estas alteraciones destaca el engrosamiento, la coloración oscura y las deformidades Con frecuencia se produce onicogrifosis (engrosamiento y deformidad con aspecto de garfio o cuerno).2-7

Estos cambios son difíciles de diferenciar de la onicomicosis (infección fúngica de las uñas). De hecho, no se han descrito características clínicas diferenciales entre las alteraciones ungueales observadas en los pacientes con onicomicosis verdadera y aquellos con onicodistrofia.2

Sin embargo, la propia onicodistrofia también favorece la colonización fúngica de la uña, por lo que es frecuente encontrar onicomicosis sobreañadida. Así que es habitual encontrar cultivos positivos para hongos en las uñas de los pies de estas personas.1-7

Un estudio halló una prevalencia de onicodistrofia del 84% entre los pacientes con insuficiencia venosa crónica.7 El 75% de las uñas afectadas presentaban datos clínicos de onicomicosis y cultivo positivo. Esta frecuencia es mucho más elevada que las publicadas en la literatura sobre la prevalencia de onicomicosis en la edad adulta. Además, en este mismo estudio, la tasa de curación fue del 25%, con correlación significativa con la edad de los pacientes y el tiempo de evolución de la insuficiencia venosa crónica. Esto indica que la deformidad de las uñas no está causada únicamente por la infección fúngica, sino también es resultado de la insuficiencia venosa. Incluso cuando el fármaco elimina los hongos, esas uñas deformadas siguen sin mejorar.

En este estudio, el tiempo de evolución de la insuficiencia venosa crónica de los pacientes curados era significativamente menor que en los pacientes no curados,7 lo que marca aún más el papel de la alteración de la microcirculación del lecho ungueal en la falta de respuesta clínica y micológica.

Por lo tanto, antes de iniciar el tratamiento antifúngico para la onicomicosis en pacientes con úlceras por insuficiencia venosa y/o arteriopatía, especialmente de edad avanzada, se debe insistir en que el resultado final podría no ser tan deseable como en los pacientes con onicomicosis pura. También hay que tener en cuenta que el engrosamiento de las uñas constituye una barrera física para la capacidad de difusión del  antifúngico desde el lecho ungueal, lo que limita aún más su eficacia.7

Bibliografía:

1.Mrowietz C, Sievers H, Pindur G, Hiebl B, Jung F. Cutaneous microcirculation in patients with peripheral arterial occlusive disease: Comparison of capillary blood circulation in the nail fold of finger and toe. Clin Hemorheol Microcirc. 2020;76(2):279-285.

2. Saez de Ocariz MArenas RRanero-Juarez GAFarrera-Esponda FMonroy-Ramos E. Frequency of toenail onychomycosis in patients with cutaneous manifestations of chronic venous insufficiencyInt J Dermatol 20014018– 25.

3. Cabete J, Galhardas C, Apetato M, Lestre S. Onychomycosis in patients with chronic leg ulcer and toenail abnormalities. An Bras Dermatol. 2015 Jan-Feb;90(1):136-9.

4. Gupta AKGupta MASummerbell RC et al The epidemiology of onychomycosis: possible role of smoking and peripheral arterial diseaseJ Eur Acad Dermatol Venereol 200014466– 469.

5. Moreno-Coutiño G, Fernández-Martínez R, Sánchez-Moreno EC, et al. Onychodystrophy: A possible marker for peripheral artery disease. J Vasc Nurs. 2016;34(1):24-26.

6.Ozkan F, Ozturk P, Ozyurt K, et al. Frequency of peripheral arterial disease and venous insufficiency in toenail onychomycosis. J Dermatol. 2013;40(2):107-110

7.Shemer A, Nathansohn N, Kaplan B, Trau H. Toenail abnormalities and onychomycosis in chronic venous insufficiency of the legs: should we treat?. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2008;22(3):279-282.

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