Es muy habitual la la siguiente asociación mental: «herida aguda= herida que se va a cerrar sin problemas». Sin embargo, como comentamos en la entrada «Úlcera y herida: una cuestión de terminología», una herida aguda puede complicarse y convertirse en crónica (o incluso considerarse crónica desde el momento de su aparición por comorbilidades que presente el paciente).
La diferencia esencial entre una herida aguda y una crónica es que la primera cicatrizará en el tiempo esperado, mientras que la segunda presenta un microambiente proinflamatorio que evita la progresión de las diferentes fases de la cicatrización.
Mientras que para las úlceras crónicas hay múltiples guías clínicas, para el manejo de las heridas agudas no hay protocolos consensuados. De hecho, destaca la variabilidad en el tratamiento de estas heridas, especialmente las más frecuentes, que son las abrasiones, laceraciones o úlceras superficiales tras pequeños traumatismos (que muchas veces nos consultan por Whatsapp y no sabemos qué recomendar). Por tanto, aunque algunos de los puntos de este post ya se han tratado en otras entradas, creo que disponer de este «listado de trucos» os puede resultar muy útil;) Allá vamos!
- En las heridas agudas limpias, debemos evitar un lavado agresivo, con excesiva fricción. No sólo no se sabe si es mejor lavar con o sin jabón, sino que, como vimos en el post “El arte de lavar las heridas”, el lavado de estas heridas no parece estar asociado con una menor tasa de infección u otros beneficios en la cicatrización. De hecho, hay expertos que sólo recomiendan lavar las heridas sucias (Ver post «¿Por qué seguimos pautando antibióticos tópicos en heridas limpias tras los procedimientos dermatológicos?»).
- Si la costra no fluctúa y no hay signos de infección, no debemos retirarla. Mantenerla hidratada, por ejemplo con vaselina pura, puede acelerar el proceso de cicatrización (Ver post «¿Cómo curamos las heridas limpias producidas por procedimientos dermatológicos?» El uso de productos con ácido hialurónico («El porqué del boom del ácido hialurónico en las heridas») o zinc («¿Por qué utilizamos zinc tópico en las heridas y piel perilesional?») también pueden ayudar a acelerar la epitelización.
- Las quemaduras superficiales se caracterizan por una inflamación excesiva. Esta fase inflamatoria prolongada, además de retrasar el proceso de cicatrización, aumenta el riesgo de que aparezca una cicatriz hipertrófica. A pesar de que se necesitan más estudios, el corticoide tópico es una alternativa de tratamiento muy interesante (Ver post: «¿Tiene lógica aplicar corticoide tópico para mejorar la cicatrización de las quemaduras superficiales?»).
4. En las heridas agudas limpias no tiene interés el uso de antisépticos y antibióticos tópicos (Ver post «¿Por qué seguimos pautando antibióticos tópicos en heridas limpias tras los procedimientos dermatológicos?»).
5. En heridas superficiales exudativas, los fomentos de sulfato de zinc 1:1000, una o dos veces al día, tienen interés por su poder astringente (ver post: «Fomentos astringentes y antisépticos en heridas y piel perilesional»)
6. Ningún apósito ha mostrado superioridad sobre el resto (de hecho los apósitos bioactivos se utilizan habitualmente, en la clínica y en estudios de investigación, principalmente en úlceras crónicas). Sin embargo, en heridas sangrantes es muy beneficioso el alginato cálcico, por su poder hemostático y su capacidad para «simular una costra fisiológica» (Ver post: «¿Por qué utilizamos tanto alginato en nuestra consulta de heridas?»).
7. En caso de precisar cobertura con apósitos, las curas se espaciarán lo máximo posible (en función de control del exudado y molestias). Tenemos que recordar que en cada cambio de apósito eliminamos el exceso de exudado y tejido desnaturalizado, pero también retiramos factores de crecimiento y células que favorecen la cicatrización).
8. Siempre que no haya contraindicación (ver post» ¿Qué hay de nuevo en recomendaciones sobre terapia compresiva»), toda herida aguda en pierna se beneficiará de terapia compresiva, por su efecto antigravedad y antiinflamatorio aunque la persona no sufra insuficiencia venosa crónica. (Ver post«La terapia compresiva tras cirugía dermatológica en pierna»). También recomendaremos medidas antiedema, como reposo con elevación de los miembros inferiores.
9. Evitaremos las fuerzas de tensión que separen los bordes de la herida, ya que dificultan la contracción de la herida y promueven la aparición de una cicatriz patológica (ver post «El miofibroblasto: el gran olvidado de la cicatrización»).
10. Finalmente, recordad que la evolución de una herida dependerá siempre de las comorbilidades del paciente (tabaquismo, edad avanzada, inmovilidad, estado nutricional, deterioro cognitivo, dermatoporosis, insuficiencia venosa crónica, diabetes…). Por lo tanto, hay heridas que, a pesar de empezar como lesiones sin importancia, tras traumatismos a veces tan leves que ni se recuerdan, ya deben considerarse úlceras que van a tener una evolución tórpida. (Ver posts: «Heridas por dermatoporosis o insuficiencia cutánea crónica», «Grandes heridas tras pequeños traumatismos en pierna»).