Manejo multidisciplinar de las úlceras cutáneas crónicas

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Las úlceras cutáneas crónicas recalcitrantes que no responden a tratamiento convencional representan un problema muy prevalente, con un importante impacto psicosocial en los pacientes y un gran gasto sanitario asociado. En los diferentes estudios sobre calidad de vida, los pacientes con úlceras crónicas refieren gran afectación emocional, principalmente a causa del dolor, la apariencia de las lesiones, el exudado de las mismas, el mal olor y la situación de dependencia asociada (Spilsbury et al, 2007). El primer estudio de prevalencia de úlceras crónicas de extremidades inferiores en población española encontró que ésta era del 0,16% (Torra et al, 2004).

Se considera úlcera cutánea crónica a una pérdida de sustancia que afecta a la epidermis, la dermis y, en ocasiones, a planos más profundos, que no cura en el tiempo esperado, presentando una escasa tendencia a la cicatrización. Las úlceras cutáneas crónicas más prevalentes en nuestro medio son las vasculares de extremidades inferiores, las del pie diabético y las úlceras por presión. A pesar de un diagnóstico y un manejo adecuados, incluso en unidades especializadas de úlceras crónicas, hasta un 20% de las úlceras no evolucionan favorablemente (Velasco, 2011).

El impacto en los costes sanitarios de esta patología está infraestimado. El manejo de las úlceras crónicas está ampliamente considerado como parte de la práctica habitual básica del personal de enfermería y no como un reto terapéutico que precisa un manejo cooperativo entre diferentes especialistas. En muchos casos el cálculo del coste del manejo de las úlceras crónicas se determina de una manera simplista e inadecuada, basada en el número se apósitos utilizados, en vez de en el total de cuidados dentro de un continuum.

Sin embargo, en los últimos años se ha ido desarrollando un interés creciente en la investigación sobre cómo optimizar el manejo de esta patología. La implantación y desarrollo de programas de prevención y cuidado de úlceras crónicas basados en la evidencia muestra cómo se puede reducir los costes al tiempo que se aumenta la salud y la calidad de vida de los pacientes. Un pilar fundamental de estos programas es la colaboración interprofesional (Moore, 2014). En la prevención y el primer escalón de tratamiento, el manejo convencional con apósitos, se encontraría la atención primaria. Si no se consigue la evolución adecuada, se pasaría al 2º escalón, con terapias intermedias, o al 3º, de terapias avanzadas. Estos 2 últimos niveles precisan atención médica especializada. Dado el importante gasto en horas de personal de enfermería que implica el tratamiento de estas lesiones, una fluida comunicación interprofesional permitiría una detección precoz de casos que se beneficiarían de terapias alternativas. Este déficit de comunicación, con ausencia de cooperación y coordinación interdisciplinar tiene las siguientes repercusiones negativas (Flanagan, 2005):

  • Posibilidad de valoración inicial inadecuada.
  • Durante el seguimiento, escasez de registro de datos referentes a la medida de las lesiones y el tipo de cura realizada.
  • Mantenimiento de prácticas no actualizadas por desconocimiento de guías y protocolos basados en la evidencia.
  • Compra y uso de apósitos y otros productos inconsistente e ineficiente por desconocimiento de sus propiedades e indicaciones.
  • Personal de enfermería encargado con ausencia de formación específica en manejo de úlceras crónicas.

Es esencial el establecimiento de una red de colaboración entre atención primaria y especializada, con la participación de profesionales de diferentes disciplinas, para optimizar el manejo de las úlceras crónicas en nuestra área sanitaria. Entre los beneficios de este trabajo conjunto se encontrarían los siguientes:

  1. Fomentar el intercambio de conocimiento entre especialistas de diferentes niveles de atención.
    1. Organizar sesiones de actualización para uniformizar manejo basado en la evidencia.
    2. Promoción del conocimiento y uso de guías clínicas y documentos de consenso.
    3. Optimización del uso de recursos, con uniformidad de apósitos disponibles en los diferentes centros.
  2. Reducción de costes y aumento de la calidad de vida de los pacientes mediante (Hurd, 2013):
    1. Estrategias de prevención, con la consiguiente menor prevalencia
    2. Reducción de dolor
    3. Reducción de tiempos de curación
    4. Menor número de amputaciones
    5. Menor número de horas de enfermería
    6. Minimización de errores clínicos
  1. Aumento de la satisfacción del paciente y de los profesionales implicados en su manejo.

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Referencias

Hurd T. Reducing wound care costs and improving quality: A clinician´s perspective. In: Flanagan M (ed) Wound Healing and Skin Integrity. Wiley-Blackwell, Oxford; 2013.

Flanagan M. Barriers to the implementation of best practice in wound care. Wounds UK, 1(3), 74-82.

Flanagan M. Principles of wound management. In: Flanagan M (ed) Wound Healing and Skin Integrity. Wiley-Blackwell, Oxford; 2013.

Krishnan S, Nash F, Baker N, et al. (2008). Reduction in diabetic amputations over 11 years in a defined UK population: benefits of multidisciplinary team work and continuous prospective audit Diabetes Care, 31(1): 99-101.

Moore Z, Butcher G, Corbett LQ, et al. AAWC, AWMA, EWMA Position Paper: Managing Wounds as a team. J Wound care 2014; 23 (5 Suppl.): S1-S38.

Spilsbury K, Nelson A, Cullum N, Iglesias C, Nixon J, Mason S. Pressure ulcers and their treatment and effects on quality of life: hospital inpatient perspectives. J Adv Nurs. 2007; 57:494-504.

Torra JE, Soldevilla JJ, Rueda J, Verdú J, Roche E, et al. Primer estudio nacional de prevalencia de úlceras de pierna en España. Estudio GNEAUPP-UIFC-Smith. Gerocomos. 2004; 9: 11-4. 16.

Velasco M. Aspectos diagnósticos y terapéuticos de las úlceras de las piernas. Actas Dermosifiliogr.2011; 102:780-90.

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